No dejes que el mundo te impresione
Un día el profeta Enoc llevó a su nieto Lamec al valle, en donde vivían los hijos del mundo que habían construido diez ciudades espectaculares. Cuando Lamec se asombró sobre la enorme magnificencia de las construcciones y comenzó a gustarle tanto que pensó que todo había sido construido por fuerzas suprahumanas. Enoc, se detuvo un momento y le dijo a su nieto:
¡No permitas que estas cosas te gusten demasiado, porque de lo contrario te verás obligado a hacer cada vez más preguntas, porque en todas estas cosas están pegadas aun muchas cosas mundanas!
En la medida que encuentres placer en ellas, en la misma medida oscureces tu espíritu, que, cada vez más, va perdiendo la capacidad de darte luz en tu corazón, de tal manera que te ves obligado a recurrir a preguntas dirigidas al exterior, como te sucede ahora, en donde tu espíritu se ha vuelto incapaz de darte respuestas.
¡Por eso, es mejor que apartes tus ojos de estas cosas y no mires más lo que te cautiva tanto, entonces así, tu espíritu recuperará pronto su luz correcta y, con esto, encontrarás que cada pregunta será respondida en tu interior!
Fuente: Gobierno de Dios, tomo 3, capítulo 34, versículos del 6 al 8, recibido por Jakob Lorber.